En Madrid el Impuesto sobre el Patrimonio se acaba. En su discurso de investidura, Esperanza Aguirre ha dicho que va a estudiar detenidamente la utilidad real del impuesto, al que tildó de anacrónico y de obstáculo para el ahorro, la creación de empleo y la inversión. Han tenido que ocurrir muchas cosas y transcurrir muchos años para oír esto, con tal claridad, de labios de un político en activo y con responsabilidades de gobierno, y encima del PP. Hemos tenido que quedarnos solos en el mundo, con la triste compañía de Francia, en el mantenimiento de este impuesto; el PSOE ha tenido que prometer (y por ahora incumplir) en el programa electoral con que concurrió a las últimas elecciones generales, una reducción radical de este impuesto con el establecimiento de un tipo único acorde a la rentabilidad real de los patrimonios; el Senado francés ha tenido que reconocer que este impuesto es insostenible en nuestros días y que produce daños a la riqueza nacional; en España, los expertos hacendistas, los notarios y diversas asociaciones han tenido que clamar por su abolición. Y por fin, ha tenido que llegar un político diferente. La Presidenta de la Comunidad de Madrid se ha manifestado con la misma rotundidad con la que ha ganado las últimas elecciones autonómicas. Por ello, debemos felicitarle y felicitarnos. Sin embargo, no entendemos lo del “detenido estudio”. Porque detenidos, es decir, completamente parados, es como llevamos en España treinta años con este injusto y obsoleto impuesto, con la falsa, vieja y usada lista de miedos del “hay que esperar”, del “ahora no es el momento”; detenidos es como han estado los tipos de gravamen con un máximo del 2,5% mientras la rentabilidad de los bonos del Tesoro bajaba del 18% a menos del 4%; detenida es como ha estado la escala de gravamen mientras la inflación multiplicaba por cuatro la tributación real efectiva. Detenida, es decir, completamente parada, es como ha estado España mientras Austria, Luxemburgo, Alemania, Holanda, Dinamarca y Suecia (¡Suecia!) le adelantaban por la izquierda aboliendo del tirón este impuesto tan anacrónico y dejándonos como uno de los dos últimos anticuados países del mundo que lo mantienen. En nuestra opinión, no necesitamos estudios, sino acción. ¿Qué más estudios necesitamos? ¡Si ya sabemos todo del Impuesto del Patrimonio! ¡Si nos hemos quedado solos en el mundo con él! Sabemos que éste fue un impuesto cuya principal razón para su introducción era que estaba “de moda” en los años 70; sabemos que la arbitraria elección del tipo máximo del 2,5% fue exactamente un capricho político cuando los expertos hacendistas de entonces (con los tipos de interés al 18%) recomendaban no exceder el 0,5%; sabemos que una mera actualización de este impuesto llevaría a un tipo máximo del 0,32%. Sabemos que recauda poco y complica mucho, y que es un tremendo obstáculo para el ahorro y la acumulación de la riqueza nacional, motivo por el que todos los países del mundo lo han ido aboliendo en los últimos diez años. Sabemos que este impuesto congela patrimonios desincentivando la afloración de plusvalías (y por tanto reduciendo el potencial de ingresos en las arcas autonómicas vía IRPF), manteniendo los patrimonios a valores históricos y gravando de forma diferente patrimonios de cuantías idénticas pero composiciones distintas, vulnerando el principio de equidad e igualdad. Sabemos, por fin, que resulta confiscatorio para patrimonios medios con rentas bajas. Toda Europa y todo el mundo desarrollado se ha dado cuenta de lo perjudicial y anacrónico que es este impuesto y nosotros seguimos anclados en el pasado, perdiendo otro tren de competitividad. Afiance Madrid como faro impositivo de España; atraerá capital, patrimonio y sedes sociales; creará riqueza y empleo y aumentará la recaudación vía IRPF. Y Madrid será más la España moderna, la Europa moderna. Sra. Presidenta: está usted convencida de verdad, y los que la conocen dicen que actúa siempre según sus convicciones. Es momento de pasar de las palabras a los hechos. La oportunidad de actuar es ahora: en los primeros presupuestos de su legislatura.
Antonio Barderas Nieto
Director
Asociación Madrileña de la Empresa Familiar – AMEF